La reunión de octubre del FOMC confirmó la continuidad del giro hacia una política más flexible, aunque con un tono de cautela. La Reserva Federal recortó la tasa de referencia en 25 pb, fijando el nuevo rango en 3,75 %–4,00 %, en lo que constituye el segundo recorte consecutivo del año. La decisión responde a un contexto de desaceleración del mercado laboral, moderación en la inflación y persistente incertidumbre sobre la actividad, amplificada por el cierre parcial del gobierno estadounidense (shutdown), que limita la publicación de datos oficiales.
El comunicado destacó que, pese al recorte, el panorama económico “permanece lleno de incertidumbres”. La Fed reconoció que el mercado laboral muestra signos de fatiga, con menor creación de empleo y una tasa de desempleo levemente más alta, mientras que la inflación continúa “algo elevada” aunque en retroceso gradual. En este marco, la entidad busca sostener el crecimiento sin comprometer los avances logrados en materia de precios.
En una decisión complementaria, la Fed anunció que a partir de diciembre dejará de reducir activamente el tamaño de su hoja de balance, concluyendo así el proceso de quantitative tightening. A partir de ese momento, pasará a reinvertir los pagos de principal de los títulos del Tesoro y de las agencias en valores del Tesoro a corto plazo, mediante compras en el mercado secundario, con el objetivo de aliviar tensiones de liquidez y mantener condiciones monetarias acomodaticias.
Durante la conferencia de prensa, Jerome Powell enfatizó que un nuevo ajuste en diciembre “no es un hecho consumado —de hecho, está lejos de serlo”. El presidente de la Fed subrayó que la política sigue en terreno restrictivo y que cualquier recorte adicional dependerá de la evolución de los datos. La falta de estadísticas completas por el shutdown agrega un nivel adicional de dificultad, al obligar al Comité a decidir con información parcial sobre empleo, inflación y producción.
En conclusión:
La reunión de octubre de 2025 consolidó el viraje de la Reserva Federal hacia una postura más acomodaticia, aunque con un mensaje prudente. Con la tasa en 3,75 %–4,00 %, el foco ya no está solo en enfriar la inflación, sino también en evitar una desaceleración pronunciada del empleo y sostener la expansión en un contexto de alta incertidumbre. La estrategia se mantiene dependiente de los datos, con los mercados atentos a una posible pausa o ralentización del ciclo de recortes si las condiciones económicas no se deterioran con mayor claridad.