La eliminación de las LEFIs por parte del Banco Central dejó a los bancos con un exceso de pesos, lo que provocó una caída inicial en las tasas de interés. Las cauciones, por ejemplo, llegaron a operarse en torno al 15% TNA, lo que abarató el apalancamiento y generó presión sobre el tipo de cambio.
Ante este escenario, el BCRA respondió interviniendo en la curva de futuros y convalidó una suba significativa de tasas a través de una licitación adicional, que llevó el rendimiento a niveles cercanos al 40% TNA. Además, el jueves introdujo un encaje adicional del 10% para los bancos.
El combo de medidas tuvo efectos mixtos. Muchas entidades aprovecharon la licitación del miércoles para colocar pesos a tasas elevadas, pero al día siguiente se encontraron con la sorpresa del nuevo requerimiento de encajes. Esto habría dejado a varios bancos con posiciones comprometidas, forzándolos a salir el viernes —sobre el cierre de la rueda— a buscar liquidez “a cualquier precio”. Como resultado, la tasa de caución a 3 días se disparó hasta el 110% TNA en los últimos minutos de la jornada.
En paralelo, el mercado mostró una suba del tipo de cambio y de los instrumentos dólar linked, aunque con el correr de los días este movimiento se fue moderando ante el surgimiento de tasas más atractivas. Los activos en pesos, por su parte, corrigieron a la baja luego de las subas de la semana anterior, ajustándose al nuevo nivel de tasas de referencia.
Diagnóstico y proyecciones
Todo indica que las medidas implementadas no fueron debidamente coordinadas con el sistema financiero. La expectativa del Gobierno era que los bancos canalizarían su liquidez hacia títulos del Tesoro, permitiendo una baja moderada de tasas sin trasladar presión al tipo de cambio. Sin embargo, el comportamiento del sistema bancario —que opera con lógica de rentabilidad más que con alineamientos políticos— terminó forzando un giro de timón: el Central debió endurecer su política monetaria para evitar una mayor escalada cambiaria.
Como se anticipaba en informes anteriores, en este contexto, la estrategia más conservadora en pesos sigue siendo posicionarse en instrumentos de muy corta duración, dado el aumento de la volatilidad. Actualmente, las tasas reales están en niveles históricamente altos: con un rendimiento mensual del 3,2% frente a una inflación del 1,7%, los bonos ajustados por CER continúan pesados, ya que la tasa real sigue siendo significativamente positiva.
Este nivel de tasas no parece sostenible en el tiempo, ya que impacta de lleno en la actividad económica al encarecer sensiblemente el crédito. Si la inflación se mantiene en los niveles actuales, no sería descabellado pensar en una próxima corrección a la baja en los rendimientos.
En este marco, la renta a tasa fija comienza a recuperar atractivo, aunque no sin riesgos. En un país como Argentina, la tentación de tasas elevadas convive con la inestabilidad estructural. Y eso, como siempre, obliga a mantener un enfoque táctico y flexible.