Inflación sin rumbo aparente
El BCRA tuvo una semana complicada en materia de dólares. Es un contexto frágil, donde el desgaste continuo de no tener políticas de fondo genera la necesidad de nuevos parches para resistir. Nada que en cualquier momento de nuestra historia en materia cambiaria pueda llamar la atención. La suba del dólar MEP y CCL se da incluso en medio de un fuerte rally de los bonos hard-dollar soberanos y una recuperación global de los activos de riesgo.
Entonces, ¿cuál sería la noticia? Que este movimiento se materializó después de sesenta días donde el tipo de cambio implícito prácticamente no se movió del rango promedio de ARS 305. En ese ínterin, la brecha comprimió desde 110% a 90%, nivel mínimo desde la escalada que la llevó a 155% en plena crisis post renuncia de Guzmán.
¿Cómo se dio esta reducción de la brecha entre el dólar financiero y el oficial? Incrementando el denominador. La compresión de la brecha debía darse depreciando el peso frente a la relativa estabilidad del contado con liquidación. Pero la discusión excede este punto, en cuanto que el mercado coincidía en esta visión, pero no en la velocidad de concreción. Se temía por un salto discreto (descartado hasta el momento del escenario base y luego de múltiples promesas por parte del gobierno) o en su defecto en un ritmo mucho más acelerado que el actual. Tasas implícitas en los contratos de dólar en ROFEX en torno al 120% durante semanas (una cobertura cara, hasta ahora) así lo atestiguaban. Sin embargo, en las últimas ruedas, los futuros de la divisa mostraron una tendencia claramente descendente, corrigiendo las tasas de depreciación esperada.
Si tomamos como referencia a la gestión nacional gubernamental entre los años 2011 y 2015, también con restricciones sobre el mercado cambiario, la brecha promedió el 35%. La diferencia contra el 80% promedio de la gestión actual, y bajo el mismo signo político, es clara. Más allá de nuestra ya clásica resiliencia, semejante brecha no es sostenible en el largo plazo. Aquí es donde surgen las dudas respecto a poder mantener la tendencia a seguir achicando el diferencial cambiario vía denominador.
Los factores estructurales y coyunturales que atentan contra un cambio en la tendencia reciente, de contención en los dólares financieros, persisten. El primero de todos, y el más palpable, es la inercia inflacionaria que sigue corriendo a un ritmo directo de +12% en estos últimos dos meses.
El frente externo muestra que, pese al flamante sistema de control sobre las importaciones, y tras la sensible reducción de la oferta de divisas por parte del sector agropecuario post dólar-soja, el BCRA volvió a mostrarse del lado vendedor del mostrador, y a un ritmo acelerado.
Si observamos el comportamiento del tipo de cambio implícito (CCL, tomando GD30), notamos cómo en lo que va del año se produjeron tres momentos previos similares, donde luego de lateralizar por un determinado período de tiempo (mayor o menor) se produce un salto “discreto”, el mismo que el BCRA y el Ministerio de Economía aspiran a evitar dado el impacto en unas ya de por sí castigadas expectativas.
A excepción de la previa a la traumática salida de Martín Guzmán, conjuntamente con la corta gestión de Batakis, los ARS 320 de hoy se ubican en los niveles observados durante la pandemia. A modo de comparación, sólo lo que nos dicen los precios del CCL ajustados a la inflación y en el pasado reciente, nos encontramos con los ARS 425 tocados en esos días de tensión previo al acuerdo con el FMI a principios de año.
En una visión de largo plazo, tal como notamos en el gráfico inferior, los valores actuales se ubican, sin embargo, por debajo de su volátil promedio.
Todo esto viene aparejado al dato de inflación que publicó el INDEC esta semana, con un 6,3% mensual para el mes de octubre, versus el 6,2 % de septiembre. Ya es una nueva normalidad ver porcentajes superiores al 6% mes a mes. Es inédito para los últimos 30 años este ritmo de nominalidad que estamos viviendo, sin embargo, nos es difícil pensar que este ritmo se reducirá sin antes ver una corrección en alguna variable.
-1-
Panorama e
Inversión
La semana se caracterizó también por una aceleración de las compras de bonos en pesos por parte del BCRA. La necesidad de defender los precios para no evitar una espiralización de las ventas, hizo que el BCRA ya acumule compras por más de ARS 250.000M en el último mes.
Todas esas compras se están realizando sobre los vencimientos de 2023 y 2024. Es decir, el temor de los inversores radica en el cambio de Gobierno. Ahí es donde el mercado prevé que está el mayor desafío, por la concentración de vencimientos, aún con la necesidad de financiar el déficit fiscal que existe.
Por ahora el Gobierno está manejando la situación de forma prudente, interviniendo todo lo necesario para evitar mayor ruido en los precios. Es por eso que, de posicionarse en bonos en pesos, recomendamos colocaciones de muy corto plazo, en letras ajustables por CER, aunque para inversores arriesgados, creemos que en algún momento de los próximos meses será recomendable analizar los bonos con mayor duración y menor paridad como TX26, DICP y PARP.