A pocas semanas de finalizar el año, se conocieron datos importantes para terminar de delinear lo que se viene de cara al 2023. Una muy buena licitación, un mejor resultado que el esperado contra inflación y resultados fiscales alentadores generan oportunidades.
En EEUU esta semana se publicaron datos de inflación a la baja, donde el dato de noviembre reflejó una suba de 0,1% mensual. Este nivel informado tendríamos que buscarlo aquí en los libros de historia argentina, mientras que el también sorpresivo a la baja dato interanual (+7,1% a/a) sí lo sentimos cercano. Hasta hace no mucho ese era el dato mensual informado por el INDEC. Los mercados internacionales desde hace un tiempo que se encuentran midiendo el timing de la FED.
El dato publicado por el INDEC para la inflación local de noviembre fue de 4,9%, lejos de las expectativas que veían un dato más cercano al 6% (el REM predecía un 6,1%). Es el dato mensual más bajo desde febrero, lo que refleja lo duro que fue el año en la temática de precios.
El acuerdo de Precios Justos parecería haber ayudado con un incremento intermensual para los alimentos de tan solo 3,5%. Con este último dato, el BCRA anunció que mantendrá la tasa de Política Monetaria en 75%, mientras que el mercado se plantea si hay posibilidad en las próximas reuniones de comenzar a reducir la tasa.
Para los próximos meses Massa indicó que espera niveles aún más bajos de inflación aunque aquí es donde chocan los deseos del 3% mensual, y 60% anual del oficialismo, contra el 100% por el que apuesta el mercado para el trascendental y electoral 2023. Difícil pensar, a priori, en cómo podría llegarse a ese número sin que nos golpee en el medio una recesión de proporciones. En esta coyuntura, pensar directamente en un 3% mensual, requiere de mayores ajustes en lo fiscal y monetario, una sintonía fina que chocará contra las necesidades de la política.
Con el dato conocido de inflación y más allá de la persistencia y magnitud del descenso, el mercado secundario de títulos en pesos evidenció compresión de rendimientos en todos los tramos de la curva, mientras que en el plano cambiario, y después de meses de pagar altas tasas de cobertura, los agentes económicos se convencieron que el Escenario Base del gobierno se cumplirá sin generar saltos abruptos en el tipo de cambio.
Los temores por el complejo frente financiero para la deuda en pesos pensando en el año que viene no desaparecieron, pero con mucho de expectativas y algo de realidad (además de rentabilidades ofrecidas y pesos que deben invertirse), la curva en moneda nacional se fue reacomodando. El cortoplacismo en estas épocas clave también hace su juego.
Por otro lado tras el crucial test superado en la licitación de bonos en pesos el martes pasado, se reflotaron los instrumentos indexados a la inflación tras un largo período de ausencia, mientras que la novedad pasó por un dollar-linked 2023 exclusivo para importadores (pensado para destinar esos pesos que hoy se complican convertirse en divisas en el SIRA) y la reaparición del bono BADLAR 2027 relanzado para los bancos como objetivo. Un menú variado y todo terreno. Al parecer, la participación de entidades públicas fue récord, lo que ayuda a descomprimir la tensión hasta el próximo mes.
Las Reservas Internacionales tocaron su máximo desde fines de octubre gracias al «dólar soja» y al desembolso del BID. El lunes 12 de diciembre se registró el ingreso de USD 500 M provenientes del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y las Reservas Internacionales del BCRA se incrementaron a USD 39.586 M, su máximo valor desde fines de octubre. De este modo, el saldo de Reservas Netas se ubicaría actualmente en alrededor de USD 6.800M. Vale la pena recordar que el objetivo de Reservas Netas para fines de 2022 está ubicado en USD 7.325M, aunque puede ser ajustado en hasta USD 750M en el caso de que los desembolsos comprometidos por Organismos Internacionales (sin incluir los del propio FMI) no sumen lo establecido en el Extended Fund Facility (EFF). La compra de divisas por parte del BCRA desde fines de noviembre, en el marco del relanzamiento del Programa de Incremento Exportador («dólar soja 2.0»), también ha ayudado a incrementar el stock de reservas. El nuevo esquema ha implicado el ingreso de USD 1.486M por parte de los exportadores de soja entre el 28 de noviembre y el 13 de diciembre, con compras netas de divisas del BCRA equivalentes a alrededor de USD 800M.
Con todos estos frentes mostrando mejoras, hay cierto optimismo hacia el inicio de un nuevo año, aunque habrá que seguir de cerca cada una de estas variables para estar atentos a oportunidades y amenazas que se puedan presentar.
PANORAMA E INVERSIÓN
Con el dato de inflación de noviembre, el CER comienza a devengar a partir de ahora al 75,6% de TEA, muy por debajo que los instrumentos a tasa fija (por ejemplo la Lede de marzo opera cerca de 115% TEA a fin de esta semana). De esta manera el hedge contra inflación vía Lecer ahora genera incertidumbre de si es el mejor vehículo para transitar los próximos meses.
El nivel de tasa real positiva que ofrece una letra a tasa fija vs el cálculo de niveles de inflación break even deja entrever que la oportunidad está en las letras a descuento. Mientras que buscando un tipo de cambio break even, se necesita un dólar de Ara 550 a mediados del año que viene para perder contra una letra a tasa fija.
Los futuros de dólar a mediados de 2023 a brecha constante darían un tipo de cambio objetivo de ARS 500, lo cual también ayuda a justificar un aumento de posición en dichos instrumentos en pesos.