Con una curva de deuda en pesos que continúa con debilidad, los temas más trascendentes de esta semana surgieron desde la desaceleración en el nivel de actividad económica y la continua caída de reservas netas del BCRA que impactaron en la suba de los tipos de cambio bursátiles y paralelos.
Según el INDEC, en septiembre el Estimador Mensual de Actividad Económica (EMAE) mostró una contracción de 0,3 % respecto al dato de agosto. Esta caída se produce luego de cinco meses seguidos de expansión, período en el cual la economía había acumulado un crecimiento de 3,1 %. En términos interanuales, la actividad se incrementó en 4,8 % y mostró una desaceleración de 1,8 % respecto de la observada en el mes de agosto. En promedio de lo que va del año, la actividad económica acumula una suba de 6,2 % respecto de igual período de 2021.
Con el dato de septiembre, el EMAE acumula 19 meses consecutivos de expansión interanual. En términos desestacionalizados, la actividad acumula un crecimiento frente a diciembre 2021 de 2,4 %. No obstante, se prevé que la caída observada en septiembre se extienda al último trimestre del año. Así lo espera el Relevamiento de Expectativas de Mercado publicado por el BCRA, que estima una contracción de 1,2 % para el cuarto trimestre. Entre las posibles razones se encuentra una reducción en las importaciones, dada la implementación del nuevo sistema SIRA, que produjo una contracción mensual de las compras al exterior de 8,3 % s.e. en octubre.
El ritmo de devaluación esta semana se aceleró, la cual está corriendo al 6,9 % mensual vs el último dato de inflación que se ubica en 6,3 %. Esto muestra a las claras el intento de evitar apreciar el tipo de cambio oficial, mientras que las reservas sufren nuevas caídas que generan preocupación en el Gobierno.
Con importaciones pisadas, se analiza el anuncio de un nuevo dólar soja, que permitiría al agro vender el remanente de la cosecha de este año, la cual se estima en aproximadamente USD 6.000M. De esta manera, algunos analistas creen que el BCRA podría conseguir unos USD 4.000M de prosperar esta nueva medida, cifra que sería muy importante para fortalecer las reservas en un contexto complicado. Según trascendidos, el tipo de cambio de venta rondaría los ARS 225, un nivel que parece razonable a priori. Con las reservas en niveles de USD 37.600M, la necesidad de construir un puente hasta marzo para esperar la nueva campaña de cosecha del agro, es cada vez más importante.
Por lo pronto, el mercado todavía plantea dudas sobre cómo el Gobierno podrá ir sorteando todos estos escollos mediante un plan 2023 que vuelve a plantear una actitud de llegar hasta las elecciones con los menores cambios de fondo posibles. La necesidad de ajustes choca contra las expectativas de realizar una elección razonable por parte del Oficialismo. Con lo cual seguimos observando baja probabilidad de sobresaltos en el tipo de cambio oficial, mientras se toman medidas para continuar desdoblando de a tramos.
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Panorama e
Inversión
En las últimas semanas ganó protagonismo el BOTE 2023 (TO23), cuyo vencimiento es el 17 de octubre de 2023 y se caracteriza por ser un bono a tasa fija. Su mayor notoriedad viene asociada al incremento en su rendimiento que se expandió en alrededor de 44 % en solo dos meses (desde 98 % a 142 % entre el 07/09 y el 07/11).
En estos niveles de rendimiento nominal y con una inflación estimada del 100 % para los próximos meses, muchos se empezaron a preguntar si no hay una oportunidad evidente en este bono. La realidad marca que eso depende del riesgo asociado que se asigne a los diferentes escenarios, ya que el re perfilamiento de Lacunza en 2019, sentó un precedente que toma especial importancia en este momento donde se vislumbra una transición presidencial muy complicada respecto de la renovación de los vencimientos de la deuda en pesos.
En este sentido, será determinante en qué medida el Gobierno seguirá comprometido con la meta de financiamiento monetario que establezca el FMI en 2023, ya que, de llegar con pocas chances a la elección general, podría optar por emitir los pesos necesarios para cumplir con los acreedores sin que la bomba le explote (aunque la bomba siempre nos explota a nosotros, los ciudadanos de a pie).
En definitiva, para quienes consideren que la probabilidad de una nueva reestructuración y/o de una hiperinflación es baja, tiene sentido tener este bono en cartera. Si el análisis lo pensamos para una ganancia en dólares, es necesario realizar un análisis de sensibilidad para los diferentes niveles de tipos de cambio al vencimiento del TO23.
En resumen, el tipo de cambio MEP break-even -de indiferencia-, se ubica en ARS 640, un 105 % por encima de la cotización actual. En un escenario optimista, si el dólar se ubicase en ARS 490 convalidaríamos un retorno en dólares del 31 %, mientras que, en uno pesimista, digamos si llegase a los ARS 820, perderíamos el 22 %.
A priori, valores por encima de los ARS 600 parecen descabellados, pero siendo un año electoral donde hay mucho en juego y dada la fragilidad de la macroeconomía argentina, son valores totalmente factibles. Con los distintos posibles escenarios sobre la mesa, cada inversor determinará si le parece atractiva la relación riesgo-retorno de esta inversión como para incorporar el TO23 a su cartera.